3 cosas sobre la fuerza de voluntad
La fuerza de voluntad aparece cuando estamos haciendo algo que queremos, porque tenemos las ganas, porque tenemos el ánimo, porque tenemos el compromiso, etc.
Pero resulta que no todo el tiempo tenemos las ganas o la fuerza para hacer una determinada tarea o para llevar adelante una determinada acción. Te pasa que a veces te resulta más fácil hacer algo (imaginá cualquier actividad) y otras veces te cuesta más? Esa es tu fuerza de voluntad. Que va y viene. Que se va y vuelve. Resulta que nuestra fuerza de voluntad no siempre está disponible cuando la necesitamos. No funciona «a demanda». Resulta que nos encontramos con momentos en los que la necesitamos mucho (ejemplo, mantener nuestra rutina de ir a correr cada un día) pero nuestra fuerza de voluntad no está (la buscamos muy adentro pero no la podemos encontrar, entonces nos rendimos, por lo menos esa vez). Claro, después regresa, siempre vuelve, pero no podemos disponer de ella todo el tiempo. El punto es: por qué pasa esto?
Y qué pasa si todo lo queremos o anhelamos lograr (en cualquier ámbito de nuestra vida) lo hacemos depender directamente de nuestra fuerza de voluntad? Y bueno, sabiendo esto, es una batalla perdida de entrada!
Por más motivación que tengamos de hacer algo, no siempre vamos a tener la fuerza de voluntad para llevarlo a cabo. Simplemente porque no siempre la tenemos a disposición.
Siempre creí todo lo contrario, siempre pensé que si tenía muchas pero muchas ganas de hacer algo, era casi imposible que llegado el caso no lo hiciera. Y no fue así. Siempre di por hecho que mi fuerza de voluntad estaría siempre a mi disposición en cada momento que necesitara de ella, en cada momento que la «invocara». Y me equivoqué. Y esa equivocación me trajo dolores de cabeza: llegué a culparme por no haber cumplido con lo que me había propuesto, y eso me traía frustración.
No hubiera sentido nada de eso si hubiera entendido que al fin y al cabo, todo se trataba sobre mi fuerza de voluntad, y que lo que me estaba pasando era (y es) totalmente normal.
Hoy quiero compartirte tres cosas que tenes que saber para conocer cómo funciona la fuerza de voluntad, y que te va a permitir entenderte más y usarla siempre a tu favor.
#1. LA FUERZA DE VOLUNTAD ES UN RECURSO LIMITADO
Después de un día largo y difícil, la tentación de fumar un cigarrillo puede ser la debilidad más grande de cualquier persona que esté intentando dejar de fumar. Por el simple hecho de que ya no le queda más fuerza de voluntad. La usó en el día para hacer otras cosas y se le agotó.
Este es el problema más grande con el que nos enfrentamos, actuamos como si nuestra fuerza de voluntad nunca se acabara, actuamos como si nuestra fuerza de voluntad siempre estuviera intacta. Mientras más usamos nuestra cabeza, menos poder mental nos queda. Cada vez que usas tu fuerza de voluntad para resistirte a algo que te tienta o para hacer algo que no te gusta (pero que necesitas o debes hacer), tu fuerza de voluntad se va agotando. Este punto fue uno de los primeros que más me sorprendió, claro, porque por fin entendí en qué estaba fallando.
#2. LA FUERZA DE VOLUNTAD ES RENOVABLE
Si terminamos el día agotadas y con la fuerza de voluntad por el piso, nos acostamos a dormir y al otro, ahí está de nuevo, nuestra fuerza de voluntad al 100% otra vez. Por eso, si bien la fuerza de voluntad es un recurso escaso, día tras día, después del descanso correcto, se vuelve a cargar. Y acá viene lo importante: disponible de nuevo, pero nosotras somos las que tenemos que saber gestionarla para no quedarnos sin fuerza de voluntad ante las cosas que más nos importan. Antes de pasar a eso, para que tu fuerza de voluntad vuelva siempre al máximo, te sugiero que:
- descanses como corresponde, incluso las siestas cortas del día son muy positivas (en la medida que puedas hacerlo, claro) y
- comas bien. Sano. Este también es tu combustible, como el descanso, y sin esto no vas a poder llevar tu día adelante como queres.
#3. LA FUERZA DE VOLUNTAD TIENE SU MOMENTO
Imaginá esto: apenas te levantas, estás empezando el día. No usaste tu mente más que para prepararte el desayuno (para vos y para tus hijos quizás). Si los llevas a la escuela, seguro ya tenes el hábito y casi no te cuesta ir a llevarlos, casi no lo pensas. Muy bien, y qué sigue? qué es lo primero que haces en tu nuevo día? Porque, si tenes en cuenta de que en ese momento dispones de tu fuerza de voluntad al máximo, es momento de pensar: qué es lo que más me importa lograr/hacer hoy? y reservarte la fuerza de voluntad para ello. Si podes hacerlo en ese momento, perfecto, dado que tenes la fuerza de voluntad al 100%, pero si tenes que hacerlo después, tendrás que entender que mientras más uses tu cabeza durante el día, menos fuerza de voluntad te quedará para eso que consideras más importante. No le pidas mucho a tu fuerza de voluntad, decidí qué es lo importante y reservala para eso.
Quiero que te lleves dos cosas importantes de esta lectura:
- no tenes por qué sentir frustración cuando no llegas con todo y te sentís cansada, simplemente es que te quedaste sin fuerzas y en esos momentos son más propensa a las tentaciones o a procrastinar.
- no tenes que culparte por eso. Manejar la fuerza de voluntad no es la cuestión, la clave está en pensar lo que vas a hacer (y en consecuencia, cómo la vas a distribuir). Es decir, la clave está en ocuparse de poquitas cosas durante el día y tratar de hacer las más importantes cuando tu fuerza de voluntad está al máximo.
Espero que esto te ayude a entenderte un poco más y conocerte mejor!
Obviamente, podes contarme en los comentarios qué te hizo sentir este post y si lo aplicas, que nos cuentes cómo lo haces!
Beso grande!
Naty
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